martes, 4 de octubre de 2016

El Señor Del Rebozo

(Sucedido en la calle República de Argentina)

La fe hacia Cristo nuestro señor nos hace llevar una vida simple y de humildad siguiendo sus enseñanzas.
En muchos de los relatos que escuchamos en nuestra niñez oímos decir que muchos religiosos de antes tenían una gran fe y podían ser considerados como personas santas, tal como narra está bellísima Leyenda Colonial la cual nos demuestra que incluso nuestra fe puede ser puesta a prueba por quién menos esperamos, está Leyenda Colonial es llamada "El Señor Del Rebozo"
A mitades del siglo XVI en el convento Dominico a espaldas del templo de Santa Catalina de Siena, en su interior a la derecha se encontraba la imagen de un santo Cristo tallado en madera, con enormes llagas, su cuerpo flagelado y algunas penas cubierto con una trozo de túnica morada llevando con sigo cargando una enorme cruz. Una imagen conmovedora de nuestro Señor que causaba lastima a cualquiera que la viese, tal vez el aspecto del Cristo fue el que conmovió a una monja que había llegado como novicia de nombre Severa de Gracia y Álvarez, más tarde adoptaría al profesar "Sor Severa de Santo Domingo".
Está joven monja cada vez que visitaba el templo se detenía a orar un par de oraciones al Santo Cristo.
A medida del pasar de los años Sor Severa de Santo Domingo solía dedicarse más tiempo ante la imagen del Cristo su devoción había crecido y por tanto su fe.
Así fue el pasar de los años la monja se hizo vieja, cansada y enferma, pero esto no disminuyó su adoración por el Señor, sino que aumento su fe al grado de llamarlo desde su celda donde había caído enferma debido a su vejez.
Una noche el viento soplaba con fuerza y la lluvia fría entraba en la ventana sin cristal de la celda de la vieja monja haciendo la noche insoportable
-¡Jesús mío! - gritó la monja con su débil voz tratando de abandonar su celda enferma... Venid a m señor que sólo he sabido amante y adorarte.
Después de un tiempo la monja escucho que llamaban a la puerta de su celda, con mucho esfuerzo se levantó para abrir, al abrir se encontró a un triste mendigo, casi desnudo quién parecía implorar comida y abrigo.
La monja le ofreció un trozo de pan, agua y cubrió el cuerpo del mendigo con un rebozo de lana.
Al terminar de atender al mendigo el cuerpo enfermo de la vieja monja se estremeció lanzando un profundo suspiro y murió.
Al día siguiente fue hallado su cuerpo sin vida, con un olor a santidad, en el marchito rostro de la vieja monja una sonrisa de satisfacción se dibujaba.
Y en el templo de Santo Catalina de Siena, cubriendo al sangrante y flagelado Cristo se encontraba el rebozo de la monja.

Esto fue considerado como un milagro un suceso inexplicable esto llevó a los fieles a bautizar la imagen del Santo Cristo a " El Señor del Rebozo " está milagrosa imagen del Señor fue expuesta a la veneración de los fieles hasta la exclaustración de las monjas y cuando el gobierno cedió el templo, primero como templo protestante y después para biblioteca

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