Las personas olvidan, las faltas que han cometido ante dios y las ignoran con su gallardía y sus bienes, por está razón en ocasiones la inquisición acusaba de manera injusta a las personas, y en ocasiones estas regresaban de entre los muertos a vengarse de su acusador, tal como le sucedió a Don Pablos Herrero quién acusó injustamente a un hombre.
Don Pablos Herrero quiso habitar la casona de Azcárate, a pesar que todos decían que estaba embrujada, en tanto terminara con unos asuntos urgentes de unas fincas a cercanías de Guanajuato.
Su primera noche que durmió ahí lo despertaron unos ruidos parecidos al arrastrar de unos pies, asustado tomó su espada y aguardó a los autores de los pasos, cuando los pasos se encontraban detrás de su puerta, vio que también llevaba una cera pues alumbraba las rendijas de la podrida puerta de madera, el bien sabía que nadie más se encontraba en la casona, a pesar de ser una persona muy valiente, su mano en la que llevaba su espada empezó a temblar y a sudar, la luz se intensificaba cada vez más y empezó a notar un olor a azufre, el hombre ya sabía que esto no era de este mundo, buscó su escapulario que llevaba puesto. Un golpe dieron a su puerta, asustado don Pablo subió a su cama, -¡Una cadena!, dijo ¡Quieren derribar la puerta a golpes con una cadena!, ¿que es eso?. Es como... Sí arrastraran unos grilletes, un condenado a venido a mi casa, de seguro a huido de la inquisición y se refugios aquí. Armandose de valor recogió su espada que había dejado caer, salió pero escucho una voz cavernosa que decía ¡A perpetuidad llevarás estas cadenas por tus pecados!, ¿pecados? Dijo el hombre; ¡No tengo deudas con el divino!, te has equivocado, así que lárgate de mi hogar.
Por tú mala conciencia don Pablos, es que vengo ante ti. La inquisición me colocó estos grilletes sin razón alguna, y me hicieron morir con ellos encadenado a un muro. El diablo me ha acogido en las llamas de los condenados, pero ha echo un excepción conmigo, al saber que los inquisidores me condenaron injustamente al averno. Deberé colocar las cadenas a un verdadero pecador, tus faltas son grandes, pero las as olvidado, al momento en las paredes sé proyectaron, escenas de la infancia de don Pablos, el había cometido faltas contra la servidumbre (empleados), y los esclavos negros, ellos también son hijos de dios, dijo aquella voz. Eternamente cargaras estas cadenas, en las tinieblas. Santíguate (encomendarse a una imagen religiosa) Don Pablos Herrero, por que será la ultima vez que podrás levantar tus manos a tú frente. Al día siguiente las autoridades encontraron el cadáver, al ser llamadas por los ruidos de las cadenas, en los pies tenía los grilletes colocados sin perno (un trozo de metal para asegurar los grilletes) estos estaban colocados como sí estuvieran soldados al hueso, pues no había manera de quitárselos sin contarle los pies, este fue enterrado con los grilletes.
Días después los vecinos del cementerio, juraban escuchar a alguien arrastrar cadenas, y lo más atemorisante decían ver una figura en harapos gimiendo y rezando, siendo flagelado (golpeado con látigos) por otra figura detrás de el sin piedad.
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